miércoles, 21 de agosto de 2013

La salvación de las almas




Para los cátaros, Cristo no había sido enviado a este mundo por su Padre para sufrir y morir en una cruz, para redimir con su Pasión el pecado original del hombre. Cristo era Salvador pero no Redentor, era el mensajero de la Buena Nueva, el liberador de las almas.

No tuvo un cuerpo de carne. Sólo su Palabra tenía valor. Cristo había adoptado apariencia humana para manifestarse en este mundo del mal. Pero su cuerpo físico no existió realmente, su naturaleza fue por entero espiritual.

Es impensable que el Padre pueda desear ni aceptar el sufrimeinto de su Hijo. Es impensable asimismo que el Hijo de Dios pueda adoptar naturaleza carnal. Es impensable que hiciera falta la crucifixión para salvar al hombre. La misión terrenal de Cristo no podía depender del dolor y la muerte. Lo que fue clavado en la cruz fue sólo una apariencia. Pero Cristo ya había cumplido su misión, ya había transmitido su mensaje.

Cristo “sacó del mundo” a sus discípulos, y el mensaje del Evangelio y el soplo del Espíritu Santo irá sacando del mundo a todas las almas extraviadas.

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