miércoles, 29 de mayo de 2013

La alquimia interior




El centro primordial, como el castillo del Grial, no se muestra a los espíritus impuros, sino que permanece oculto, protegido por una estirpe de ángeles, de seres gloriosos. Se muestra sólo al héroe mágico, y es poseído por él.

El Grial es un misterio extraño, y terrible para los que no están preparados.

El héroe ha de abrirse camino hacia el “paraíso” con una lucha atroz, consistente en superar ese estado de latencia llamado “enfermedad”, “impureza”, “imperfección”, “muerte”, mediante actuaciones de carácter iniciático.

El Grial, como la lanza o la espada, tiene un lado peligroso, un lado destructivo, para quien se aproxime a él sin ser capaz de hacer que su fuerza supere su límite natural.

La aproximación al Grial acarrea daño si no va precedida de una “purificación” completa.

El Grial es Agua de Vida, pero también veneno que todo lo disuelve, rayo que todo lo quema, hacha que todo lo hiere.

Para ser capaz de superar el peligro hay que realizar la obra invisible: Resucitar al muerto interior, alcanzar la realeza iniciática, convertir la sangre en fuego, en sol, en oro.

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