jueves, 18 de abril de 2013

La herida



Los reyes derrocados que aparecen en los diferentes textos suelen tener una vida prolongada de forma no natural: trescientos, cuatrocientos, mil años de edad... No pueden morir hasta que llegue el predestinado. El suyo es un reinado conservado en estado latente, son heridos, paralíticos o ciegos, que aguardan al restaurador.

La misión del héroe consiste en sanar la herida. Transmutar el plomo en oro y realizar así “el misterio de la Piedra”.


La lanza del Grial hiere y sana.

La lanza del Grial suele estar ensangrentada. Esa sangre recuerda la necesidad de un “sacrificio” como condición previa para que la experiencia del Grial no resulte letal.


En alguna versión, el rey no está enfermo, sino que el reino ha quedado devastado porque nadie ha preguntado a quién sirve el Grial.
Esa indiferencia, esa incomprensión han generado la gran desdicha.

Cuando llega Parsifal, el rey ha muerto y su adversario, el rey del Chastel Mortel, se ha adueñado del Grial, de la lanza y de la espada.
Parsifal vence al rey enemigo y recupera los objetos sagrados, pero no funda una nueva dinastía del Grial, sino que se retira con sus compañeros a una vida ascética.
Una voz divina le advierte que el Grial sólo volverá a manifestarse en un lugar misterioso que les será revelado y hacia el que parten Parsifal y los suyos para no volver nunca.

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