miércoles, 14 de noviembre de 2012

Textos cátaros. Visión y ascensión de Isaías. 5




Ascenso al sexto cielo.

Me hizo subir el ángel a la atmósfera del sexto cielo, y vi una gloria que no había visto en el quinto. Vi ángeles que eran de gran gloria, y la alabanza allí era santa y admirable.

Dije al ángel que me guiaba: “¿Qué es lo que veo, mi Señor?”
Me respondió: “No soy tu señor, sino tu compañero”.
Nuevamente le pregunté: “¿Cómo es que no hay trono?”
Volvió a responder: “A partir del sexto cielo ya no hay trono. Las órdenes las reciben los ángeles del poder del séptimo cielo, donde mora el Inefable y su Elegido, cuyo nombre no es conocido ni puede saberlo ninguno de los cielos, pues solo Él es Aquél a cuya voz todos los cielos y tronos responderán. He recibido poder y he sido enviado para hacerte ascender aquí, para que veas esta gloria”.


Me hizo subir al sexto cielo.
Allí todos nombraban al Padre primero, a su Amado (Cristo), y al Espíritu Santo, todos al unísono. Su voz no era como la de los ángeles de los cinco cielos, ni como sus palabras, sino que allí eran otras. Había mucha luz. Cuando estaba en el sexto cielo se antojaron tinieblas las luces que había visto en los otros cinco.


Me regocijé y alabé al que ha concedido semejantes luces a los que esperan su promesa, e imploré al ángel que me guiaba no volver más al mundo carnal. Pues he de deciros, Ezequías, Jasub, hijo mío, y Miqueas, que es mucha aquí la tiniebla.


Mas el ángel que me guiaba supo lo que yo había pensado y dijo: “Si te has regocijado con estas luces, cuánto más gozarás en el séptimo cielo cuando veas las vestiduras, tronos y coronas dispuestas para los justos, pues la luz de allí es grande y maravillosa. Y en cuanto a lo de no volver tú a la carne, aún no se han cumplido tus días para venir aquí”.

Oyendo esto, me entristecí, mas él me dijo: “No te entristezcas”.

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