miércoles, 1 de agosto de 2012

Textos cátaros: El Libro de los Dos Principios. 2. La Creación



El Señor ha dicho por boca de Isaías: "Yo soy el Señor y no hay ningún otro. Soy yo quien forma la luz y quien forma las tinieblas" (Isa., XLV, 6-7).

Hay que entender esta autoridad como que significa: No hay otro Señor sino yo que forme la luz: es decir: que forme a Cristo quien es la verdadera luz "que ilumina a todo hombre que viene a este mundo", como lo dice San Juan en el Evangelio (Jn., I, 9), y que "forme" las tinieblas: es decir: que, al iluminar este mundo, separe la luz de la tiniebla, como se ha dicho en el Evangelio: "Este pueblo que moraba en las tinieblas ha visto una gran luz" (Mt., IV, 16; Isa. IX, 2); y en la Epístola a los Efesios: "Pues no erais antes sino tinieblas, pero ahora sois luz en nuestro Señor: portaos como hijos de la luz" (Ef., V, 8).

He aquí en qué sentido se ha dicho en las Escrituras que el Señor ha creado las tinieblas y el mal.


Pero, si no existiese un Mal del que no es Dios la causa esencial y directa, sería Él, este verdadero Dios, la causa profunda y el principio de todo mal. Lo que es absurdo pensarlo del verdadero Dios.


Es absolutamente imposible creer que el Señor verdadero Dios haya creado las tinieblas y el mal a partir de la nada, como nuestros adversarios creen, aun cuando Juan les hubo afirmado en la primera epístola: "Que Dios es la luz misma y que no hay en Él nada de tinieblas" (2 Jn, I, 5), y que en consecuencia, las tinieblas no existen en modo alguno por Él.

Por lo tanto las tinieblas deben ser exceptuadas del término universal que emplea el apóstol en la epístola a los romanos: "Ya que todo es de Él, todo es por Él, y todo es en Él" (Ro., XI, 36).


Es por lo que Cristo puede decir de sí mismo: "Yo soy la luz del mundo. Aquél que me sigue no camina, de ningún modo, en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn., VIII, 12).

Ya que las tinieblas no han sido de ninguna manera creadas por nuestro Señor el verdadero Dios y su Hijo Jesucristo, sino que eran una realidad preexistente.

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